Hoja de ruta
Si algo me fascina de los niños (y de las personas) es que no hay ni uno igual. Vivimos en un mundo donde parece que todo tenga que tener hoja de ruta y donde ésta debe estar trazada mucho antes de comenzar el viaje. Con los hijos esto no funciona porque todos llegan sin hoja de instrucciones y cada uno viene con su propio mapa. Un mapa que parece vacío, en blanco, y que los padres tenemos que ir intuyendo qué se dibuja en él.