No me toques los pechos
Teresa y Xavi hacían el amor. Inesperadamente los astros se habían alineado y habían encontrado el momento, el lugar y lo más importante, les había apetecido. Pol, su hijo de dos meses y medio, dormía un poco más allá y aunque lo oían respirar, esta vez su sonido no era suficiente como para hacerles bajar la libido. Tenían ganas el uno del otro. Hacía días que no se tocaban y se echaban de menos. El tacto, el calor, la caricia, el encuentro íntimo de los dos… necesitaban encontrarse juntos, solos, con contacto.