Relieves
Un día me encontré a una amiga que hacía tiempo que no veía. Mientras hablábamos, me fijé que en la mano tenía alguna palabra escrita. Me contaba que iban a tope con el trabajo, los dos niños y que tenía la sensación de no llegar a nada. Cuando le pregunté qué llevaba escrito en la mano, lo miró (ya no se acordaba) y se puso a reír. «Adivínalo”, me dijo, y lo tuve clarísimo: «Te has apuntado algo que tienes que contarle a tu marido» y nos pusimos a reír las dos porque sí, era exactamente eso.
Hacía sólo unos días yo misma había escrito en un papel una lista con tres palabras. Eran, de hecho, tres temas, tres cosas que no podía olvidar decirle a mi compañero.