Adultos celosos
Eva llegó a casa muy enfadada. Se le notaba en los gestos y en la cara, y sobre todo, en que dijo un «¡hola!», muy distinto de los que dice ella. Cuando llega a casa de trabajar y grita «¡hola!» desde la puerta, se le nota en la voz que es feliz, que está contenta. Se le nota, en sólo una palabra, que tenía ganas de salir del trabajo y venir corriendo a casa, a ver a su hija y su marido. Ellos dos se ven poco rato porque Carlos tiene que irse corriendo porque a las 16h empieza su turno, o sea que sólo tienen media hora para verse y relevarse explicándose qué ha hecho Julia, como ha estado, qué ha comido… lo típico que hacen tantos padres justo antes de apretar a correr para no llegar tarde a trabajar.