Imposible dividirse
Eran la una de la madrugada y era la segunda vez que Nia se levantaba para ir a ver qué le pasaba a su hija de dos años. En el primer despertar, ya se había dado cuenta de que le pasaba algo. Le había dicho «fío» (cosa extraña en ella) y lo había notado quizás algo caliente. Pero Abril se había dormido enseguida y a ella no le había parecido que hubiera que poner el termómetro todavía… «Esperemos», pensó…