La frustración
Cuando hablamos de niños pequeños e incluso de bebés, a menudo aparece la palabra frustración. Hay quien opina que los niños deben acostumbrarse a la frustración ya de muy pequeños, porque así lo asumirán como algo más natural… y por eso muchas veces no se atienden las necesidades más primarias de los bebés, de contacto, de calor, de compañía, de fusión, en definitiva. Hay quien sí las atiende pero un buen día considera que ese niño ya está preparado para empezar a vivir frustraciones y entonces es como si tuviera que darse cuenta de que la vida es dura y que más vale que lo sepa desde ya. Hay quien no quiere que un hijo se frustre nunca y hace lo imposible para que no llore, para que no se enfade, para que no rabie e intentan que lo que «no podía ser», sea. Y luego están los términos medios, y quienes navegan intentando no equivocarse demasiado.