Mamá, caso
Un día, cuando aún no tenía hijos, presencié esta escena:
Una niña de unos 5 años se moría de ganas de ver a sus padres. Había pasado todo el día en la escuela porque se había quedado a comer y luego lo habían ido a buscar sus abuelos, por lo tanto, a las siete de la tarde estaba que se moría por abrazar a mamá y papá. Cuando sonó el timbre y la abuela le dijo: «es papá», ella se puso a saltar y a correr como si le hubiera tocado la lotería. Se revolucionó y a tope como estaba de contenta, cuando su padre la cogió en brazos, a ella no le salió nada más que una bofetada. Enseguida se dio cuenta del error y lo abrazó como pidiéndole perdón pero ya era demasiado tarde. A él, que también llegaba reventado y con ganas de un poco de calma, esa bofetada lo descolocó. La dejó en el suelo y la regañó, «pues ahora me voy a comprar algo con tu hermano y tú te quedas aquí». Y desapareció.